NO PARA DE CRECER
Después del histórico Luna Park y con disco consolidado, Kapanga pasó a dejar su fiesta por
PogómetrO: 95% (y en un lugar más grande podría haber sido 100)
La finalidad del show era venir a presentar Crece, séptima producción de la banda y, sin duda, el disco más maduro de su historia y con el que marcaron un hito histórico: agotar entradas en el mítico Luna Park el pasado 17 de mayo, logrando que de acá en más ese día sea considerado por los fanáticos como el “Día de la lealtad kapanguera”.
El lugar elegido fue 565, el reducto platense más rockero de este año, que se caracteriza por estar el escenario en el 1º piso del lugar, algo que era impensado hace algunos años, inmediatamente después del síndrome Cromañón. Cerca de las 10, la noche parecía partirse en 2: afuera el frío que de una vez por todas se acordó que estamos en invierno; y adentro el calor de la gente que había ido a presenciar la fiesta y que, en gran número para la hora, ya había casi llenado el boliche.
Los encargados de abrir la fecha fueron los locales de Rivales: con el estilo frenético del Ska – Punk hicieron bailar a todo el público, en su mayoría fanático de Kapanga, aunque también estaba la hinchada propia. Acostumbrados a telonear bandas que pasan por nuestra ciudad, dieron a conocer lo mejor de su repertorio, algunas veces similar a lo más viejo de
Poco menos de una hora después, ya con los Rivales abajo del escenario, era el momento del plato principal: uno a uno subían los de Quilmes, siendo el Mono Fabio el último, con una graciosa remera que rezaba “Mono Monito Foto”, una de las frases que más debe escuchar cuando se cruza fanáticos. El primer tema de la lista fue Mesa 4, cuartetera canción del disco Crece, disco del cual se extrajeron las dos canciones siguientes, coreadas y agitadas por el público pero que aún no están al nivel de los grandes hits viejos.
Esos hits que enloquecen a la gente y que comenzaban a hacer temblar el pogómetro de la noche: El universal, Rock y Fumar, que formaron un combo propicio para el agite abajo del escenario, con la aparición de varias banderas y con pibes pasando por sobre la cabeza de otros. Y, por supuesto, los chistes del Mono entre canción y canción, haciendo referencia a la ciudad, contando anécdotas en Tolosa, hablando de La Plata como un lugar hecho para los estudiantes, acompañado del punteo de la canción homónima de Los Twist.
Y hablando de punteo, hay que remarcar la actuación de Maikel: acompañando en todo momento los chistes del Mono con su viola, se destacó en cada solo, y tuvo un mini set propio en la previa de los bises, donde se puso heavy y comenzó a hacer distorsiones sólo con su mano izquierda durante 10 minutos, pocos minutos después de hacerse cargo del micrófono en los temas que el mismo canta en Crece.
Algunas apostillas dentro del show: la consolidación de Memo Manera en el bajo, luego de la salida (sólo de los escenarios de Balde); los covers dentro de otros temas, precisamente en el medio de
Para el final de una noche al palo quedaron el tema que da nombre al disco y el anuncio del nuevo video, Me mata, y El Mono relojero, canción que ya podría ser considerada himno nacional a la caravana, para una despedida a pura ovación, mientras el boliche se iba llenando de mujeres que poco tenían que ver con el recital, sino con la fiesta que venía después, realizada por la gente del clausurado boliche de 5 y 60. Pero más allá del dato muy colorido, lo esencial es la presentación de Kapanga, quienes una vez más demostraron que no es necesaria la independencia total para ser una banda de culto. Y, principalmente, que pueden ser una banda seria.