UNA NOCHE DE
Piantaos cumplió y realizó la fecha que había sido postergada una semana atrás. Y se sobrepuso a problemas de sonido para que sea una verdadera fiesta arrabalera
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Por suerte y después de la dolorosa postergación del pasado sábado, la fiesta arrabalera prometida por Piantaos pudo llevarse a cabo. No quiero detenerme en los hechos que también me tocó ver en Feo Club, después de lo que había sido una excelente presentación de
Seis días después, en la fría y húmeda noche de viernes, Santino, el bar – pool del Diagonal 74 había sido el lugar elegido para recuperar lo perdido. Considerablemente más chico, había ciertas dudas si entrarían las casi 500 personas que había en Feo previo a la suspensión. Puede que haya habido menos, pero literalmente, no cabía un alfiler. La fresca de afuera se transformó en calor entrada la 1 de la mañana, cuando en el estrecho escenario plagado de banderas y de lonas alusivas a la banda, el Grillo salió, acústica en mano, para dar una versión unplugged de Goteras en la memoria, más similar a la que está en el demo que a la de su primer disco “En contra del viento”.
Terminada la canción premiada por su excelente letra, comenzaron a subir los demás integrantes de la banda. Pero fue casi media hora después que arrancó oficialmente el recital: constantes problemas de sonido, acoples enredados entre fallas en micrófonos, guitarras bajas y una voz casi enlatada retrasaron el inicio. Y alejados de la perfección, los Piantaos decidieron arrancar para darle a la familia lo que habían venido a buscar.
Los oriundos de Tolosa, cada vez más en crecimiento en la escena local, practican un estilo bien rioplatense, con mucha base de percusión, una constante armónica que da toques de color y la guitarra acústica que, aunque intermitente en manos del Grillo, permite ser un espectador compenetrado con cada palabra y, porque no, disfrutando alguna bebida.
Bendita libertad, para arrancar bien rockeros, tenía el número 1 de una lista de temas que incluyó todos los tracks de su primera producción discográfica. Y como en todos los recitales, hubo puntos sobresalientes. Vendaval arrancó los mejores pogos de la noche, demostrando que era una verdadera “noche de banderas”; la aparición sorpresiva de algunas canciones que fueron “tomadas prestadas” para interferir en temas propios, como Waitin´ for 1989 del malogrado Luca, Yira Yira, obra maestra de Enrique S. Discépolo y “rocanrolizada” por Los Piojos junto a Omar Mollo. Y para destacar la presencia sobre las tablas como único invitado de Emiliano, el “Fino” de
La nota oscura, o al menos deficiente de la noche se la lleva el sonido, que constantemente llevó a frenos entre tema y tema, aunque estos no lograron aplacar a la gente que efusiva agitaba en cada una de las canciones. Pero a pesar de esto, Piantaos dio una muestra de profesionalismo, colaborando de manera positiva para que, más allá de las fallas técnicas, la fiesta sea completa.
Para el cierre, cercanas las 3 de la mañana, la banda dejó volar su Arrabalito, tema que arrancó infinitos aplausos, sin dejar a nadie sin las manos rojas cuando, sobre el final, sólo la batería acompañaba los coros en los que se entremezclaron todas las voces de la banda con la de su público.
Más allá de las fallas mencionadas, Piantaos demostró ser una banda madura, que pudo sobreponerse al duro golpe de la suspensión de un recital cuando éste estaba a minutos de comenzar, que pudo reprogramar el show para sólo una semana después, pensando en que la gente no aplaque las ganas con que fue a verlos a Feo. Y que, de mantener este ritmo ascendente, pronto estará dando mucho de que hablar. Porque material tienen y de sobra.