Quilmes Rock
¿QUERÉS ROCK?
La respuesta fue un SÍ (que no dejó lugar a dudas). Al menos así lo entendieron los organizadores del recital, que lograron hacer de la cuarta y última noche del festival una verdadera fiesta
Y sobre la hora llegó
A pesar de que “el morocho” (según palabras de mollo) se hizo la rata, hubo otros invitados que no faltaron y le hicieron el aguante al trío, en algunos de los temas más emocionantes de la noche. Los primeros en decir presente fueron los hermanos Peteco y Demi Carabajal, que como todo buen invitado, no llegaron con las manos vacías: un violín y un bombo fueron los condimentos necesarios para darle un sabor distinto a algunos de los clásicos de la banda. El segundo invitado llegó del norte, Ricardo Vilca, esta vez para acompañar al grupo que popularizó uno de sus temas, gunuqueando. Si seguimos pasando lista, hubo un tercero que levantó la mano cuando escuchó su nombre, Alambre Gonzáles, pasó al frente y dio una lección de cómo tocar la viola (parece que el muchacho había estudiado) y lo demostró con los temas Par mil y Zombie.
El escenario estuvo a la altura de semejante evento. Un llamativo equipo de luces, suficientes pantallas (7 en total) y el agite justo de los fanáticos hicieron que la cuarta noche del festival fuera “como un cuento”. 22 fue el número de temas que hizo la banda, entre ellos uno nuevo (el primer estreno luego de cinco años) y 6 las guitarras con las que Mollo los interpretó, incluyendo a una de 12 cuerdas.
“Chau, nos vemos en unos meses” advirtieron las últimas palabras de Mollo, ese es el tiempo que necesitarán para grabar el próximo disco. Luego se lanzó sobre su público y saludó a los privilegiados que tenía más cerca. En el escenario siguieron tocando Fer (Catupecu) y Walas (Massacre) que subieron en el último tema para acompañar a la aplanadora. Y “como un cuento”, el Quilmes rock llegaba a su fin, pero como suelen terminar los buenos cuentos, a lo grande.