Una de las más importantes bandas de la escena local volvió a los escenarios con disco bajo el brazo y con su potencia intacta.
PogómetrO ---> 90%
Don Lunfardo y el Señor Otario, después de una extensa pero justificada ausencia de los escenarios locales, se presentó en el reducto cumbiero – bailable de 44 y 147 y volvió a demostrar que conjuga dos de los elementos fundamentales para ser una gran banda: calidad y poder de convocatoria.
La razón fundamental del show, más allá de mostrar que no están perdidos en un limbo indescifrable, era presentar su nuevo disco: en realidad, su nuevo material por ahora audible a través de la web (se espera que la obra materializada en un disco esté en la calle a principios del 2009) llamado Paracaidistas en franco retroceso. No voy a hablar del disco, pero cabe señalar que se trata de una obra conceptualmente admirable, con un cambio musical evidente pero no así chocante para los más fundamentalistas. Un paso de los ritmos más latinos a un rock más trabajado, post producido y oscuro, pero con letras contundentes.
Ya de vuelta en el boliche que los sábados se llama Mundo y presenta a Néstor en Bloque o a El empuje (son cada vez más los lugares de cumbia que ceden su espacio al rock, como también El Rey), pasada la medianoche la imagen comenzó a modificarse a lo que sería un viernes normal. Las remeras con el logo de la banda, la cerveza transplantada a botellas de plástico y las tribus de jóvenes hambrientos de rock formaban parte de la escena. Ya adentro, cualquier fierro, pared o gancho era útil para colgar alguna de las muchas banderas que “adornaban” el boliche, lugar con una “pista” gigante para ubicar al público y un escenario apto para el movimiento de la banda.
Entre canciones de aliento de la gente y vasos de cerveza fría, habían llegado las dos de la mañana y era la hora señalada para que DLSO se apersonara sobre las tablas y a modo de cachetazo, sacudir a los más somnolientos con un doblete de temas nuevos con mucha fuerza: Nada maldrá sal (primer tema del disco) y Paolo Maquerni. A puro agite comenzaba una noche que prometía ser larga. La lista la continuaron conformando temas de los discos anteriores (Disco verde y Fotógrafos del abismo) como Fotógrafos, un reversionado Antihéroes y la siempre efectiva BsAs – NY. Igualmente, el pulso lo llevaban los temas nuevos, en su gran mayoría nunca tocados en vivo.
Pero un hecho marcó el rumbo del recital en un de los intervalos de descanso para reponer líquido en el cuerpo, los cánticos (más propios del fútbol que del rock) de la gente favorables a DLSO pero ofensivos contra La Cumparsita, otra de las grandes bandas platenses, comenzaron a ser entonados, despertando la ira de un Chino que con poco de protocolo pero mucho de sangre y sentimiento comenzó a atacar verbalmente a los “giles y caretas” que querían enemistarlo con la otra banda, destacando su buena relación con Tocho (integrante de La Cumparsita) y argumentando que por la estupidez de la gente luego ocurren hechos como los de Cromañón y se responsabiliza a la gente por cuestiones totalmente ajenas. Y cuando el discurso había tenido un cierre digno, una adolescente posiblemente no mayor de edad comenzó a pedirle a Angeleri que se dedique a cantar, despertó nuevamente la bronca, ante los aplausos de quienes no tenían nada que ver y que poco les interesa la moda de las oposiciones.
De allí en más, los comentarios del Chino fueron escasos, dándole exclusividad a la música que querían presentar. Los temas más lentos de Paracaidistas... fueron aprovechados para bajar un cambio en el pogo y con cerveza en mano disfrutar del muy buen sonido utilizado. Con dedicatoria a un ex integrante de la banda como Nacho Giusti, histórico percusionista, el recital intercalaba novedades con viejas canciones, llámese El último mate amargo, El patio de atrás o Rambo es gay. Ya pasadas las cuatro de la mañana, con inevitable transpiración en todos y con dos horas de rock en los hombros, el combo CK y Negros parecía dar un cierre al bautismo del nuevo disco. Pero Don Lunfardo tenía preparado un tema más, uno de los primeros presentados luego de Fotógrafos del abismo pero que no entró en el disco nuevo, para lograr que el impactante número de presentes eyacule su mejor Pogo.
Más allá del desagradable episodio con la gilada anti Cumparsita (que del otro lado también ocurrió en sus recitales), DLSO cerró una noche para destacar: hubo una gran aceptación para un disco que aún no salió de las computadoras, pero promete ser revolucionario en cuanto al packaging. Quizás como negativo habría que marcar la potencia de algunas luces blancas que estuvieron a punto de quemar retinas en los momentos de parate musical; pero lo positivo obviamente lo supera, especialmente el funcionamiento de las tres guitarras simultáneas, algo no muy habitual, utilizado desde la llegada a la banda de Juan Calabró, también tecladista. Y no se puede dejar de lado la garganta del Chino, quien le imprime pasión a cada uno de los temas. ¿Qué le deparará el destino a Don Lunfardo? Quién sabe, pero las posibilidades de un futuro promisorio están latentes.