Estaba preparado para ver a Los Cafres. Pero… ¿en el Coliseo Podestá?. Eso despertaba en mí cierta curiosidad: como se adaptaría una banda de reggae a un coqueto teatro.
Desde la entrada uno podía notar que no era un recital más. No sólo por la fachada del Coliseo sino por la facha de una “seguridad trajeada” a tono con el evento.
Una vez adentro, credencial en mano y esperando ubicación, uno podía empezar a hacer una lista de las restricciones que el lugar impondría a los espectadores de turno. Gente de todas las edades, pero en especial jóvenes y sobre todo en parejas. No es casualidad, ya que el recital que estaban por brindar Los Cafres era en el marco del ciclo de Música Jóven que se lleva cabo en el Coliseo Podestá.
Alrededor de las nueve de la noche, con un poco de retraso, abrieron las puertas para que la gente tomara posesión de sus lugares -enumerados- tras ser guiados por acomodadoras (sí, leyeron bien). Esa y otras serían las escenas a las que uno no está acostumbrado a ver en los recitales. O a escuchar, por ejemplo, la voz de una locutora que minutos antes de comenzar el show solicitaba, en vano, que los allí presentes apagaran sus celulares y cámaras digitales.
Poco más de media hora transcurrió entre la entrada a la sala y que se apagaran las luces (situación que dejó en evidencia a aquellos que osaron encender un cigarrillo). Mientras que los encargados de la seguridad (otras veces con pecheras hoy con saco y corbata) se encargaban de los revoltosos, una introducción de reggae poderoso saltaba detrás del telón que todavía cerrado cubría el escenario. Sólo el sonido de lo que prometía la banda más importante del reggae argento y un juego de luces traslucían ese enorme paño. Abierto el telón, estaban todos los músicos en escena mientras la voz de un Guillermo Bonetto omnipresente parafraseaba en el comienzo del show.
Dispuestos a presentar “Hombre simple” y “Barrilete” ante el público platense la banda se despachó con “Verte bien” mientras el cantante lo hizo con un: “Felicitaciones por el teatro tan lindo”.
Ante un público de rastas sentadas y cuasi indiferente con el tema de “Barrilete” elegido para el puntapié inicial, la secuencia cafre continuó con un enganchado de “Mostrame como sos” y “Tus ojos”. A pesar que sentaban a los tres o cuatro “desacatados” que atinaban a pararse y encima a bailar, el efecto buscado por la banda logró su objetivo: comenzaron a escucharse los primeros cánticos de la noche, por parte de la gente. Para redoblar la apuesta un simpático Bonetto se rió al ver al público sentado. Para lo que, después de introducirse en “Hombre simple” con el tema “Privilegio”, invitó a los presentes a pararse y preguntó “¿Más lindo así, no?”. Claro que sí. Ahí sucedió un quiebre en la noche, cuando se logró por fin el perfecto equilibrio entre la gente, ahora de pie y danzante, y las sensaciones que encendía el característico sonido de Los Cafres potenciado por la acústica del lugar.
De todas maneras, un Guillermo Bonetto irónico siguió el juego con el público pidiéndole a Pedro (sonidista) más volumen de la gente. Las risas no se hicieron esperar. Y más temas del último -y doble- trabajo de Los Cafres tampoco. Mientras sonaba el tema “Barrilete” pegado a “Boicot a la ignorancia” -cediendo el protagonismo a los teclados- y el recital iba apoderándose del lugar, hasta se podía sentir ¡olor a marihuana!. Aunque recordando la prohibición de fumar (cualquiera sea el contenido) en el lugar, no sería otra cosa que el aroma que desprendía la chaqueta de algún “Otto” allí presente.
Para continuar intercalando los temas más recientes con los clásicos de la banda tocaron “Aire” -en gran parte cantado por la gente- y “De mi mente”, que puso a bailar hasta a las acomodadoras.
Llegando al final del recital, los vientos tomaron el papel protagónico con “Mafia” y “Loco” que sirvieron para demostrar, además, la flexibilidad que puede lograr Bonetto con su gola y con sus pasos.
Tras poco más de una hora de veloz pero contundente reggae, llegaron los bises. Unos minutos de ausencia de la banda sobre el escenario y se dio el regreso con el tema más esperado por varios de los presentes: “Bastará” (bastaba ver como muchos se corrieron de sus lugares para buscar una buena posición desde donde poder filmar con sus celulares y/o cámaras). Terminado uno de los hits del verano, todos volvieron a sus posiciones, mientras desde el escenario sonaba como despedida “Si el amor se cae, todo alrededor se cae…” y si las luces se encienden -como sucedió terminado el show de Los Cafres- todo alrededor volvió a la formalidad del Coliseo Podestá. Coquetos asientos enfundados en rojo retardaban la salida de quienes por un momento fuimos engatusados por la música y las letras de la banda más importante del reggae nacional, sobre un escenario particular.
Juan Manuel De Lucia / foto gentileza Natalia Souibille